viernes, 11 de marzo de 2011

11 de marzo de 2010, hospital Saint Luc, Montréal

Hoy hace un año que tu padre y yo llegamos al hospital, con nuestras (tus, en realidad) maletitas. Y el tripón, claro. Anda que no paseamos ese día, con el suero del ganchete. Pasillo parriba, pasillo pabajo... Las enfermeras ya nos conocían y nos daban ánimos. Lo más gracioso fue cuando nos llegaron las flores de Laura y Santi, con un globo enorme en el que ponía "¡Es una niña!". Eras una niña, sí, pero todavía no tenías ganas de salir a conocer mundo. Las enfermeras entraban en la habitación, veían el globo, buscaban un bebé y luego miraban hacia mi tripa. Yo ponía cara de resignación (o de póquer, como tú prefieras). Fue un día intenso, largo y corto a la vez.
Recuerdo que en uno de los momentos del día en el que estábamos en la habitación post parto (nos iban cambiando de post parto a paritorio, según la disponibilidad de espacio) le dije a tu padre que, a pesar de que era difícil esperar tanto para verte la carita, estaba disfrutando mucho de esa jornada en la que hablamos tanto los dos, de todo y de nada, aunque sobre todo de ti. Durante ese día y parte del siguiente nos olvidamos de los trabajos, de lo que teníamos que hacer, de las compras y demás ajetreo de la vida cotidiana. Solo estábamos nosotros dos. Y tú, casi... Y solo pensábamos en ti, en cómo serías. En cómo serían nuestras vidas a partir del momento en el que te decidieses a salir. Te hiciste esperar...

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