jueves, 31 de marzo de 2011

1 an et 19 jours

Il y a un an et 19 jours que tu es sortie du ventre de Mama avec un cri de joie et de bonheur. Ton premier cri plein de vie a rempli notre coeur d'amour.Pendant ce temps on a appris a vivre ensemble a ce connaître et a s'aimer.

Un an et 19 jours, je te dis ma fille que je t'aime, celui d'un père vers sa fille.

Ton sourire m'émerveille, ton regard me fait voyager dans le monde de Lili et PlouPlou. Tes câlins me font fondre dans la crème de la vie

Un an et 19 jours est l'âge de ton Papa et de ta Mama. Tu nous as fait renaître et rajeunir, ma petite Sara.

Tu es mienne pour toujours, mon petit ourson, tu ne cesses de me surprendre jour après jour.

Papa T'aime.

jueves, 24 de marzo de 2011

¿Tu primera frase, y en castellano además?


Igual son imaginaciones mías, pero a lo mejor hasta soy capaz de descifrar tus primeras palabras, y la que yo creo que es tu primera “frase” y además en castellano.
“¡Mmmmmmeeeerto?” Yo lo traduzco como “¿Qué es esto?”, porque lo dices mientras señalas las pegatinas que están enfrente del cambiador.
Y por eso, cada vez que lo dices, yo señalo cada una y te voy diciendo: el búho amarillo, la ardilla, el pájaro azul, el árbol, las setas.
Lo curioso es que cuando no los enumero todos, si me quedo en el búho, luego señalas un poco más hacia la derecha y vuelves a repetir tu pregunta: “¡Mmmmmmeeeerto?” Eso confirma mi teoría, pero igual es más ensoñación que realidad.
Sea lo que sea, me encanta oirte y me encanta tu voz, mi Sara.

Julieta






Y mientras tanto ¿qué hace Julieta?

¡Dormir y estarse quieta!

miércoles, 23 de marzo de 2011

Sí mi vayo...

En uno de los viajes que hicimos a la casa de tus bisabuelos en Navidades,cuando tu madre tenía dos o tres años, a la hora de la despedida:

-¡No te vayas!- dijo el bisabuelo.
-¡Sí mi vayo con mis papás!- respondió tu mamá.



Y desde aquel día, el verbo irse vivió mucho más feliz y regular, gracias a tu mamá.

Lo que pasa es que te quiero

Pienso mesa y digo silla,
compro pan y me lo dejo,
lo que aprendo se me olvida,
lo que pasa es que te quiero.
La trilla lo dice todo;
y el mendigo en el alero,
el pez vuela por la sala,
el toro sopla en el ruedo.
Entre Santander y Asturias
pasa un río, pasa un ciervo,
pasa un rebaño de santas,
pasa un peso.
Entre mi sangre y el llanto
hay un puente muy pequeño,
y por él no pasa nada,
lo que pasa es que te quiero.

Gloria Fuertes
(Todo asusta, 1958)

jueves, 17 de marzo de 2011

En un país muy lejano vivía una bella princesita llamada Blancanieves, que tenía una madrastra, la reina, madre La madrastra preguntaba a su espejo mágico y éste respondía:

- Tú eres, oh reina, la más hermosa de todas las mujeres
Y fueron pasando los años. Un día la reina preguntó como siempre a su espejo mágico:
- ¿Quién es la más bella?
Pero esta vez el espejo contestó
- La más bella es Blancanieves
Entonces la reina, llena de ira y de envidia, ordenó a un cazador:
- Llévate a Blancanieves al bosque, mátala y como prueba de haber realizado mi encargo, tráeme en este cofre su corazón.
Pero cuando llegaron al bosque el cazador sintió lástima de la inocente joven y dejó que huyera, sustituyendo su corazón por el de un jabalí.
Blancanieves, al verse sola, sintió miedo y lloró. Llorando y andando pasó la noche, hasta que, al amanecer llegó a un claro en el bosque y descubrió allí una preciosa casita.Entró sin dudarlo. Los muebles eran pequeñísimos y, sobre la mesa, había siete platitos y siete cubiertos diminutos. Subió a la alcoba, que estaba ocupada por siete camitas. La pobre Blancanieves, agotada tras caminar toda la noche por el bosque, juntó todas las camitas y al momento se quedó dormida.Por la tarde llegaron los dueños de la casa: siete enanitos que trabajaban en unas minas y se admiraron al descubrir a Blancanieves.Entonces ella les contó su triste historia. Los enanitos suplicaron a la niña que se quedase con ellos y Blancanieves aceptó, se quedó a vivir con ellos y todos estaban felices.
Mientras tanto, en el palacio, la reina volvió a preguntar al espejo
- ¿Quién es ahora la más bella?- Sigue siendo Blancanieves, que ahora vive en el bosque en la casa de los enanitos...
Furiosa y vengativa como era, la cruel madrastra se disfrazó de inocente viejecita y partió hacia la casita del bosque. Blancanieves estaba sola, pues los enanitos estaban trabajando en la mina. La malvada reina ofreció a la niña una manzana envenenada y cuando Blancanieves dio el primer bocado, cayó desmayada.Al volver, ya de noche, los enanitos a la casa, encontraron a Blancanieves tendida en el suelo, pálida y quieta, creyeron que había muerto y le construyeron una urna de cristal para que todos los animalitos del bosque pudieran despedirse de ella.
En ese momento apareció un príncipe a lomos de un brioso corcel y nada más contemplar a Blancanieves quedó prendado de ella. Quiso despedirse besándola y de repente, Blancanieves volvió a la vida, pues el beso de amor que le había dado el príncipe rompió el hechizo de la malvada reina.
Blancanieves se casó con el príncipe y expulsaron a la cruel reina y desde entonces todos vivieron felices.

miércoles, 16 de marzo de 2011

En 2010...

16 de marzo de 2010: Tu primer paseo. No hacía frío y apenas quedaba nieve. Fuimos los tres por Saint Zotique, detrás de casa.
26 de marzo de 2010: Primer encuentro con los abuelos maternos. Ay, tu madre se perdió por el camino al aeropuerto y acabó en Oka. Había dejado un biberón con leche en casa, pero parece que no era suficiente (ya eras una gordita) y te pasaste una hora y pico llorando, para desesperación de tu padre.
11 de junio de 2010: Primera noche que dormiste del tirón hasta las 5 de la mañana. Estábamos tú y yo solas en casa, papá estaba en Arabia currando por unos días.
19 de julio de 2010: Te subes a tu primer avión, rumbo a París. Y de allí a Vigo.
20 de julio de 2010: Respiras por primera vez el aire de tierras gallegas. ¡Qué sano, eh! Y la tía Julia te achuchó por primera vez. Qué caras de felicidad tenían todos... En ese viaje conociste a Julia, a los bisabuelos, a Mario, Meche, Javier, Germán, Andrés, Juan, Maribel, Leoncio, Laura, María, Marcos, Pilu, Sol...
26 de julio de 2010: Comes tu primera papilla. De arroz. Te encantó. Mientras comías, hacías "Mmmmm, mmmm".
4 de octubre de 2010: Primer diente que empieza a salir. Hoy ya tienes 4.
13 de octubre de 2010: Primer día de guarde. Te quedaste allí encantada de la vida, rodeada de juguetes y de niños.
22 de diciembre de 2010: Empiezas a "gatear". Bueno, gatear es un decir. Te desplazabas sentada, con una pierna hacia atrás.

martes, 15 de marzo de 2011

Gandarío

Esta es la playa en la que aprendí a andar, en la que construí tantas murallas de arena, nadé, paseé, pedí helados a tu abuela un día sí un día también, di la paliza organizando qué hacer después de la playa, vi pasar hidroaviones, bailé, canté, leí y seguro que también lloré, aunque ahora mismo no lo recuerde. Por esta playa se paseaban tus abuelos ya cuando llegaron de Madrid, la abuela embarazada primero de mí y luego de Julia. Muy jovencitos los dos (los abuelos) con ropa setentera. Un día de estos verás las fotos, y también tú nadarás y correrás por Gandarío.

Le matin en patins

El "hit" francófono de Sara del momento, esta cancioncita de Arianne Moffat.

domingo, 13 de marzo de 2011

Mariposas




Mariposa del aire,
qué hermosa eres,
mariposa del aire
dorada y verde.
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!...
No te quieres parar,
pararte no quieres.
Mariposa del aire
dorada y verde.
Luz de candil,
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!...
¡Quédate ahí!
Mariposa, ¿estás ahí?

Federico García Lorca

sábado, 12 de marzo de 2011

12 de marzo de 2011

Hace justo un año (y diez minutos) que naciste. Creo que te has dado cuenta de que hoy pasaba algo diferente, aunque no sabías muy bien qué. Espero que te haya gustado celebrar tu primer año entre mariposas. Felicidades, mi Sara.

viernes, 11 de marzo de 2011

11 de marzo de 2010, hospital Saint Luc, Montréal

Hoy hace un año que tu padre y yo llegamos al hospital, con nuestras (tus, en realidad) maletitas. Y el tripón, claro. Anda que no paseamos ese día, con el suero del ganchete. Pasillo parriba, pasillo pabajo... Las enfermeras ya nos conocían y nos daban ánimos. Lo más gracioso fue cuando nos llegaron las flores de Laura y Santi, con un globo enorme en el que ponía "¡Es una niña!". Eras una niña, sí, pero todavía no tenías ganas de salir a conocer mundo. Las enfermeras entraban en la habitación, veían el globo, buscaban un bebé y luego miraban hacia mi tripa. Yo ponía cara de resignación (o de póquer, como tú prefieras). Fue un día intenso, largo y corto a la vez.
Recuerdo que en uno de los momentos del día en el que estábamos en la habitación post parto (nos iban cambiando de post parto a paritorio, según la disponibilidad de espacio) le dije a tu padre que, a pesar de que era difícil esperar tanto para verte la carita, estaba disfrutando mucho de esa jornada en la que hablamos tanto los dos, de todo y de nada, aunque sobre todo de ti. Durante ese día y parte del siguiente nos olvidamos de los trabajos, de lo que teníamos que hacer, de las compras y demás ajetreo de la vida cotidiana. Solo estábamos nosotros dos. Y tú, casi... Y solo pensábamos en ti, en cómo serías. En cómo serían nuestras vidas a partir del momento en el que te decidieses a salir. Te hiciste esperar...

Un mundo al revés


Érase una vez

un lobito bueno

al que maltrataban

todos los corderos.

Y había también

un príncipe malo,

una bruja hermosa

y un pirata honrado.

Todas estas cosas

había una vez.

Cuando yo soñaba

un mundo al revés.

Tu estrella, Sara




“Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya”
Y ahí está la tuya, Sara.

Hilo de hada...




Los pájaros son niños
que no han llegado a olvidar
cómo se puede volar.

Philippe Lecheimeier y Aurelia Fronty

miércoles, 9 de marzo de 2011

La princesa del guisante



¿Te suena?

Blancanieves (Cuentos en verso para niños perversos, de Roal Dahl)


Cuando murió la madre de Blanquita
dijo su padre, el Rey: «Esto me irrita.
¡Qué cosa tan pesada y tan latosa!
Ahora tendré que dar con otra
esposa…» –es, por lo visto, un lío del
demonio para un Rey componer su
matrimonio–. Mandó anunciar en todos
los periódicos: «Se necesita Reina»
y, muy metódico, recortó las respuestas
que en seguida llegaron a millones…
«La elegida ha de mostrar con
pruebas convincentes que eclipsa a
cualquier otra pretendiente». Por fin
fue preferida a las demás la señorita
Obdulia Carrasclás, que trajo un
artefacto extraordinario comprado a
algún exótico anticuario: era un ESPEJO
MAGICO PARLANTE con marco de latón,
limpio y brillante, que contestaba a
quien le plateara cualquier cuestión con
la verdad más clara. Así, si, por
ejemplo, alguien quería saber qué iba a
cenar en ese día, el chisme le decía sin
tardar:  «Lentejas o te quedas sin
cenar». El caso es que la Reina, que
Dios guarde, le preguntaba al trasto
cada tarde: «Dime Espejito, cuéntame
una cosa: de todas, ¿no soy yo la más
hermosa?». Y el cachivache siempre:
«Mi Señora, vos sois la más hermosa,
encantadora y bella de este reino. No
hay rival a quien no hayáis comido la
moral».
La Reina repitió diez largos años la
estúpida pregunta y sin engaños le
contestó el Espejo, hasta que un día
Obdulia oyó al cacharro que decía:
«Segunda sois, Señora. Desde el
jueves es mucho más hermosa
Blancanieves». Su majestad se puso
furibunda, armó una impresionante
barahúnda y dijo: «¡Yo me cargo a
esa muchacha! ¡La aplastaré como a
una cucaracha! ¡La despellejaré, la haré
guisar y me la comeré para
almorzar!».
Llamó a su Cazador al aposento y le
gritó: «¡Cretino, escucha atento! Vas
a llevarte al monte a la Princesa
diciéndole que vais a buscar fresas y,
cuando estéis allí, vas a matarla,
desollarla muy bien, descuartizarla y,
para terminar, traerme al instante su
corazón caliente y palpitante».
El Cazador llevó a la criatura,
mintiéndole vilmente, ala espesura del
Bosque. La Princesa, que se olió la
torta, dijo: «¡Espere! ¿Qué he hecho
yo para que usted me mate, señor mío?
–el brazo y el cuchillo de aquél tío
erizaban el pelo al mas pintado–
¡Déjeme, por favor, no sea pesado!».
El Cazador, que era mala gente, se
derritió al mirar a la inocente.
«¡Aléjate corriendo de mi vista,
porque, si me lo pienso más, las
lista…!» la chica ya no estaba – ¡qué
iba a estar! – cuando el verdugo
terminó de hablar. Después fue el
hombre a ver al carnicero, pidió que le
sacara un buen cordero, compró media
docena de costillas amén del corazón y,
a pies juntillas, Obdulia tomó aquella
casquería por carne de Princesa.
«¡Que mi tía se muera si he faltado
vuestro encargo, Señora…! Se hace
tarde… Yo me largo…». «Os creo,
Cazador. Marchad tranquilo –dijo la
Reina–. ¡Y ese medio kilo de chuletillas
y ese corazón los quiero bien tostados al
carbón!», y se los engulló, la muy
salvaje, con un par de vasitos de
brebaje.
¿Qué hacía la Princesa, mientras tanto?
Pues auto-stop para curar su espanto.
Volvió a la capital en un boleo y
consiguió muy pronto un buen empleo
de ama de llaves en el domicilio de siete
divertidos hombrecillos. Habían sido
jockeys de carreras y eran muy majos
todos, si no fuera por un vicio que en
sábados y fiestas les devoraba el coco:
¡las apuestas! Así, si en los caballos no
atinaban un día, aquella noche no
cenaban…
Hasta que una mañana dijo Blanca:
«Tengo una idea, chicos, que no es
manca. Dejad todo el asunto de mi
cuenta, que voy a resolveros vuestra
renta, pero hasta que yo
vuelva de un paseo no quiero que
juguéis ni al veo-veo».
Se fue Blanquita aquella misma noche
de nuevo en auto-stop –y en un buen
coche– hasta Palacio y, siendo chica
lista, cruzó los aposentos sin ser vista;
el Rey estaba absorto haciendo cuentas
en el Despacho Real y la sangrienta
Obdulia se encontraba en la cocina
comiendo pan con miel y margarina. La
joven pudo, pues, llegar al fin hasta el
dichoso Espejo Parlanchín, echárselo en
un saco y, de puntillas, volver sobre sus
pasos dos mil millas –que eso le
parecieron, pobrecita–. «¡Muchachos,
aquí traigo una cosita que todo lo
adivina sin error! ¿Queréis probar?».
«¡Sí, sí!», dijo el mayor: «Mira,
Espejito, no nos queda un chavo, así
que has de acertar en todo el clavo:
¿quién ganará mañana la tercera?».
«La yegua Rifífí será primera», le
contestó el Espejo roncamente…
¡Imaginad la euforia consiguiente!
Blanquita fue aclamada, agasajada,
despachurrada a besos y estrujada.
Luego corrieron todos los Enanos hasta
el local de apuestas más cercano y no
les quedó un mal maravedí que no fuera
a para a Rifífí: vendieron el Volkswagen,
empeñaron relojes y colchones, se
entramparon con una sucursal de la
Gran Banca para apostarlo todo a su
potranca. Después, en el hipódromo, se
vio que el Espejito no se equivocó, y ya
siempre los sábados y fiestas ganaron
los muchachos sus apuestas. Blanquita
tuvo parte de beneficios por ser la
emperatriz del artificio, y, en cuanto
corrió un poco el calendario, se hicieron
todos superbillonarios –de donde se
deduce que jugar no es mala cosa… si
se va a ganar–.

-FIN

Lili Marleen (The Divine Comedy)

Otra cancioncita para ti, una versión muy bonita de Lili Marleen.

Los forasteros


Pirulipipí daba vueltas en su camita de ramas. Si había algo que detestaba más que los gusanitos de espinacas era la siesta. “¿Por qué tengo que dormir si no tengo sueño ni estoy cansado?”, le preguntaba a su madre cada vez que esta lo enviaba a echarse una siesta. “Porque así estarás más fresco y activo por la tarde”. “Mmmm… no me convences”, respondía el pajarito. “Verás cómo en unos años desearás tener tiempo para dormir una siesta”.
Terminada la hora de la siesta, en la que Pirulipipí se dedicó a pensar qué haría esa tarde, el gorrioncillo se precipitó a un charco cercano a su árbol para lavarse la cara y espabilarse un poco. Acto seguido fue a buscar a Gorrión Gorrón, que le esperaba picoteando una rama.
“¡Hola! ¿Qué hacemos hoy?”, preguntó Pirulipipí. “Me han hablado de unos pájaros nuevos que acaban de llegar al bosque. Parece ser que están de paso, que no van a quedarse aquí. Podríamos ir a verlos, ¿no?”. Dicho y hecho. Ambos amigos pusieron rumbo a los árboles al lado del río, lugar escogido dentro del bosque Atrunkimunki por los recién llegados para instalarse.
Enseguida se dieron cuenta de que habían llegado a su destino. Decenas (o cientos) de pajarillos negros y blancos volaban de un lugar a otro con pequeñas ramas en el pico. “¡Madre mía, qué movimiento”, dijo Gorrión Gorrón, poco amigo del trabajo.
“¡Claro, tenemos un hogar que construir!”, le respondió una voz. Los dos gorriones se dieron la vuelta y se encontraron de frente con uno de aquellos pájaros que nunca habían visto. “¿No tenéis casa?”, preguntó Pirulipipí. “Al contrario, tenemos muchas casas”, le respondió el desconocido. “Por cierto, me llamo Ina”. “Hola Ina, yo soy Pirulipipí y él es mi amigo Gorrión Gorrón, vivimos del otro lado del bosque. ¿De dónde venís y dónde están vuestras otras casas?”.
Ina les explicó entonces que comenzaron su viaje en Canadá, donde ella había nacido, y que se dirigían al norte de África, donde pasarían el invierno. Pirulipipí y Gorrión Gorrón no entendían nada. ¿Canadá? ¿Norte de África? ¿Pero por qué moverse de un lado a otro, en vez de quedarse tranquilos en un bosque? “Somos aves viajeras, pasamos la mitad del año en zonas frías y la otra mitad en zonas cálidas”, les explicó Ina.
“¿Y vosotros? ¿Hace mucho que vivís aquí?”. “Pues desde que nacimos”, respondieron ambos gorriones con cierta vergüenza y envidia de su nueva amiga, “un pájaro que ya de cría había visto tanto mundo”.
“Ahora tengo que volver a ayudar a mis padres con el nido. Parece que el del año pasado no está donde lo dejaron, así que tenemos que construir otro nuevo. Pero me encantará veros mañana, si os parece bien. Creo que pasaremos aquí al menos una semana”.
“¡Aquí estaremos, que no te quepa duda! ¡Queremos que nos cuentes cosas de todos esos sitios que has visto!”.
Y Pirulipipí y Gorrión Gorrón se volvieron a sus casas, donde les esperaba la cena preparada por sus padres. Los dos se acostaron soñando e imaginando cómo serían esos lugares por los que Ina había pasado. ¿Habrá caracoles allí? ¿Y pájaros grandes? Y con estas imágenes se quedaron dormidos.